miércoles, 24 de octubre de 2012

Yo no soy alcohólico


Suelo decir a mis pacientes que las palabras las carga el diablo. Quiero con ello dar a entender que nuestras actitudes y nuestros estados de ánimo están sostenidos por diálogos internos de los que muchas veces no somos conscientes y que nos juegan malas pasadas. Por eso digo que las carga el diablo, porque nos engañan y nos llevan a donde no queremos.

Y un ejemplo de esto es el término alcohólico, o la palabra alcoholismo.

Por razones muy diversas, que no vale la pena detallar en estos momentos, estas palabras se han llenado de un significado peyorativo para la mayoría de las personas. Es algo cercano un insulto decir que alguien conocido es alcohólico, o que ha caído en el alcoholismo.

Es curioso, por un lado, porque nadie se ofende por que le llamen hipertenso, diabético o por que le digan que sufre de colesterol, en cambio, casi todo el mundo ve de muy mal gusto tildar de alcohólica a una persona, y mucho menos aplicarse el término a uno mismo.

En mi experiencia, solo las personas que han conseguido la sobriedad gracias a la ayuda de Alcohólicos Anónimos, o a través de asociaciones de Alcohólicos Rehabilitados, usan el término con naturalidad refiriéndose a si mismas sin la carga negativa que tiene para la gente común. Pero son una minoría.

El término alcohólico se equipara a vicioso, vago, maleante, a persona de moral dudosa, a alguien de quién queremos alejarnos lo antes posible. Asociamos el término con un vagabundo bebiendo un cartón de vino en el banco del parque, o a un sujeto que de la mañana a la noche vive pegado a una copa, incapaz de llevar una vida de persona decente y responsable. Y no digamos nada de lo que nos viene a la mente si pensamos en una mujer alcohólica.

Este conjunto tan negativo de asociaciones de ideas hace que rechacemos de plano cualquier posibilidad de parecernos a seres tan despreciables, aunque nuestro comportamiento, o el de alguien cercano a nosotros, esté dentro de los parámetros de la enfermedad adicitiva, tal como la define la ciencia médica y psicológica , y como explicamos en las primeras entradas de este blog.

Esta es una de las primeras barreras que hay que superar para poder entrar en el camino de la superación de la adicción. Aceptar que uno tiene un problema, una enfermedad, física, psíquica y del alma, que le ha llevado a perder progresivamente su libertad, su capacidad de actuar como un ser humano completo y que le lleva progresivamente a consecuencias cada vez peores, a menos que se ponga remedio a tiempo.

Pero tampoco creo necesario luchar contra molinos de viento y forzar a nadie a aplicarse a si mismo un término tan cargado de negatividad, injustamente, pero así es, de modo que prefiero evitarlo con mis pacientes y hablar en cambio de adicción, de enfermedad adictiva, de aprender a vivir sin alcohol y sin adicciones, que es realmente la esencia del objetivo terapéutico.

Ojalá algún día, hablar de estos temas sea tan natural como hablar del colesterol, de la diabetes o de la presbicia, y que la sociedad entienda la adicción como una enfermedad más, que necesita de un tratamiento adecuado y profesional, no solo de buenas intenciones y de fuerza de voluntad.


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico
www.programavictoria.com

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