miércoles, 26 de junio de 2013

Mañana lo dejo

Los adictos siempre tienen buenas "razones" para justificarse a si mismos y seguir con su comportamiento autodestructivo.

Cuando las cosas se ponen feas, por uno u otro motivo, se hacen a si mismos la promesa solemne: "mañana lo dejo". A veces incluso se lo cuentan a otros. Me viene a la memoria ahora una escena de la película "Buscando a Amanda" en la que el protagonista, un adicto empedernido al juego, al alcohol y a todo lo que se le ponga por delante, dice a una camarera en un casino de Las Vegas: - tráigame dos copas porque a continuación voy a dejar de beber -. (Lo que sucede a continuación lo dejo en suspenso para animar a ver la película).

El caso es que uno lo va dejando para mañana, pero ese mañana nunca llega.

Hasta que un día pasa algo lo suficientemente grave como para tomar una determinación por fin. La semana pasada, por ejemplo, me vino a la consulta un paciente que lleva muchos años ya de carrera alcohólica. Y que ha dicho muchas veces "mañana lo dejo", pero que ha tenido que llegar el día en que ha tenido un accidente de tráfico, una pelea con la policía, un juicio, y una condena a 18 meses de prisión, que por suerte no va a cumplir en la cárcel sino en libertad condicional, para aceptar el hecho de que tiene un problema adictivo y de que necesita ayuda.

Y todo ello a pesar de que su propio padre, y un hermano más joven hace años ya que acudieron a nosotros por los mismos problemas y llevan una vida libre de adicciones desde entonces.

Aún así, su "mañana lo dejo" ha sido tan fuerte que ha tenido que estrellarse contra la pared para reaccionar.

Esperemos que ahora aprenda la lección, siga el tratamiento y empiece a vivir con la alegría de la libertad.


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico

martes, 18 de junio de 2013

Asuntos de familia

Ayer me llamó una muchacha para informarse sobre el Programa Victoria. Le preocupa el caso de su padre, que está teniendo problemas con el alcohol, y que recientemente se ha visto castigado con la retirada del permiso de conducir lo cual le ha hecho reflexionar y pedir ayuda.

Lo curioso del caso es que me dice la joven que hace unos años ya habíamos tratado a su abuelo. Lo que ella tal vez no sepa es que también hemos tratado a otro hermano de su padre hace años, con lo que ya tenemos tres miembros de la misma familia padeciendo problemas de adicción al alcohol. El padre y dos hijos varones.

Esto me recuerda otro caso llamativo de una familia de cinco hermanos, cuatro varones y una mujer, de los que he tratado a todos los varones. Empezó uno de ellos, hace unos 20 años, y el último de ellos vino hace unos 5 años. También me vino después un sobrino de este último pero era por parte de su mujer, por lo que no había un vínculo de sangre.

Es de todos conocido que hay componentes genéticos que afectan al riesgo de desarrollar la enfermedad adictiva, y que también hay modos de comportamiento que se aprenden en el seno de la familia que pueden inducir el abuso y la dependencia del alcohol.

La combinación de ambos suele estar presente, en una u otra medida, en la mayoría de los pacientes que tratamos. No podemos hacer nada para cambiar la herencia genética que traemos, pero siempre podemos aprender a vivir sin adicción.

Y para nosotros es un motivo de alegría ver que diferentes miembros de la misma familia confían en el Programa Victoria para salir del problema y superar su adicción.


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico

jueves, 13 de junio de 2013

Los pecados del adicto

Desde hace muchos años hablo a mis pacientes de que la adicción es la enfermedad de la mentira, y desde hace algún tiempo he añadido también de la soberbia.

Las personas adictas empiezan por engañarse a si mismas y a continuación tratan de engañar a los demás. La mentira se va instalando en su vida de una manera que a veces llegan a ser víctimas de sus propios embustes y les cuesta trabajo hasta reconocer lo evidente.

Cuántas veces nos encontramos con pacientes que niegan su consumo de alcohol incluso después de que una prueba de alcoholemia nos acaba de demostrar que han bebido mucho recientemente. Pues no, que te lo juro que no he bebido más que una cerveza anoche, pero era sin alcohol.

La soberbia es la que les lleva a negar que necesiten ayuda para nada. Yo lo controlo, yo lo dejo cuando quiera, para qué voy a ir yo a un psicólogo o a un médico, qué me van a decir que yo no sepa ya.

Y con estas actitudes, que son producto de la propia enfermedad adictiva, el problema no hace sino crecer, aumentar y agravarse. Hasta que en algún momento estalla.

En estos días he tenido ocasión de ver la película “El vuelo” en la que se ven con toda claridad estos temas. La soberbia y la mentira llevadas hasta sus últimas consecuencias.
Un excelente guión y una muy buena interpretación de Denzel Washington. Muy recomendable.


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico