Desde la familia se puede ejercer una muy
importante presión positiva para que la persona afectada se decida a ponerse en
tratamiento y superar su problema. De hecho, la familia suele ser quién mejor
puede ayudar a esto.
Pero la presión familiar debe hacerse de
acuerdo con ciertos criterios para ser eficaz:
Hay que hablar de "Solución", no de "Problema"
No hay que insistir más en lo mal que está
la persona bebedora. Da por hecho que ya lo sabe, aunque nunca lo haya
reconocido a las claras o siempre tienda a justificar o minimizar el caso. Lo
sabe ... porque es quien primero lo sufre.
Por eso lo importante es hablarle de solución. Proponerle ayuda. Hablarle de los beneficios que todos van a obtener cuando el problema se haya superado.
Por eso lo importante es hablarle de solución. Proponerle ayuda. Hablarle de los beneficios que todos van a obtener cuando el problema se haya superado.
Presionar para que
se ponga en tratamiento, no para que deje de beber.
Si la presión la ejercemos en la dirección
de intentar que deje de beber estaremos creándole una mayor angustia, ya que la
esencia del problema de una persona dependiente del alcohol es que no es capaz
de controlarse bebiendo, y por lo tanto, le estamos pidiendo algo que está
fuera de su alcance, y le estamos induciendo, sin querer, al fracaso, a la
ocultación de su conducta, a la mentira, a la agresividad etc.
Si le presionamos para que se ponga en
tratamiento le estamos pidiendo algo para lo que si está capacitado. Nada le
impide acudir a una consulta con un terapeuta especializado en la materia que
le ayude a iniciar el proceso de recuperación.
Por eso la presión siempre debe dirigirse a
que se ponga en tratamiento. Y ofrecerle una o varias alternativas terapéuticas
para que elija la que le resulte más adecuada a sus características personales.
Ser
firme en la presión.
Es fácil que en medio una discusión la
pareja plantee que no está dispuesta a seguir así, que si no deja de beber se
van a separar, etc. Y que luego, al cabo de un tiempo se ablande, una vez
pasado el enfado, y de por buenas las intenciones de cambio del familiar
bebedor.
Esto no sirve de ayuda.
La presión debe dirigirse siempre hacia que
se ponga en tratamiento, y además, hay que ser firme y cumplir cualquier
"amenaza" que se haya formulado.
En resumen, el mensaje es el siguiente: “Si
te pones en tratamiento aquí me tienes y podrás contar con todo mi apoyo para
salir adelante. Si no lo haces yo no quiero seguir así y nuestra relación se va
a terminar”.
Bernardo
Ruiz Victoria
Psicólogo
Clínico
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