viernes, 28 de septiembre de 2012

Preguntas y Respuestas sobre el Alcohol y la Adicción

¿Cuándo se puede considerar que una persona es "alcohólica"?
Decimos que una persona tiene adicta al alcohol cuando continúa bebiendo a pesar de que el consumo de alcohol está interfiriendo de forma negativa en su vida, ya sea en su salud, en su equilibrio psicológico, en su trabajo, en su vida familiar, en su imagen social, etc.

¿Es el alcoholismo una enfermedad?
En lugar de “alcoholismo”, que es un término que suele resultar muy duro de escuchar, preferimos hablar de adicción.
La adicción o dependencia del alcohol es un problema serio que deteriora la salud de la persona que la padece en el sentido más amplio de la palabra.
Más aún, es un problema que afecta a uno de los elementos esenciales del ser humano: la libertad.
La persona adicta al alcohol va perdiendo su capacidad de decidir si bebe o no bebe, se va reduciendo poco a poco el autocontrol sobre su propia conducta, en definitiva: va perdiendo su libertad.
Podemos considerar que la adicción al alcohol es una enfermedad, porque afecta a la salud y al equilibrio personal de quién la padece y de los que le rodean, y porque es necesario un someterse a un tratamiento adecuado para recuperarse de la misma.
Pero no es una enfermedad como tantas otras que se pueden "curar" tomando ciertos medicamentos, mediante una operación quirúrgica o mediante algún otro procedimiento médico habitual.

¿Nacen las personas predispuestas hacia el alcoholismo?
Cada persona reacciona ante el consumo de alcohol de una forma diferente. Esto es debido a que la constitución genética de cada individuo es diferente y única. Sin embargo, esto no quiere decir que la dependencia del alcohol está sólo determinada por la genética.
Así como cuando varias personas toman el sol su piel reacciona de modo diferente, llevando a algunas a un agradable color dorado y a otras a quemarse en el mismo tiempo, existen diferencias individuales que hacen que unos individuos sean más sensibles al alcohol que otros, y por tanto sea más fácil que desarrollen dependencia.
De todos modos, cualquier persona que beba en exceso puede convertirse en adicta al alcohol en más o menos tiempo.

¿Qué es beber "moderadamente"?
Consideremos una "unidad" de consumo de alcohol a la cantidad contenida en un vaso de vino, en una cerveza, en una copa de cava, vino dulce o jerez, (unos doce gramos de alcohol puro).
Las copas de licor: anís, whisky, cognac, ginebra, etc. o los combinados de estas bebidas equivalen a dos "unidades".
Diversos estudios científicos establecen como límites máximos de consumo de alcohol los siguientes:
  
Sexo                       Límite diario                 Límite semanal
Hombre                   4                                  20
Mujer                       3                                  15
  
Estos datos se refieren siempre a personas sanas que no hayan tenido previamente problemas con el alcohol y no representan una seguridad absoluta de que no se vaya a sufrir daños en su salud o el desarrollo de la dependencia alcohólica.
Cada vez que una persona supera estos límites está sometiendo a su organismo a un efecto negativo que altera su funcionamiento, y puede conducirle al desarrollo de la adicción al alcohol, o de otros problemas de salud derivados del efecto tóxico del alcohol en el cuerpo humano.

¿Se puede curar la dependencia del alcohol?
Sí y No.
Si entendemos la "curación" como la vuelta a una situación como la que tenía la persona antes de haber bebido su primer trago de alcohol la respuesta es negativa. Una vez que se ha abusado del alcohol y se ha desarrollado la adicción siempre habrá unas alteraciones fisiológicas y conductuales que permanecerán latentes en el individuo.
Sin embargo, con una terapia adecuada, se puede aprender a vivir sin alcohol de una forma saludable y equilibrada. Es decir la dependencia se puede superar y la persona puede recuperar su libertad.
Al tratarse de una conducta que ha pasado de ser un hábito a ser una adicción es necesario un tratamiento psicológico que restituya a la persona su capacidad de autocontrol ante las situaciones, ya sean de presión social, de alteración emocional, o de otro tipo, en las que anteriormente bebía.

¿Son todos los tratamientos iguales?
No.
A lo largo de los últimos años se han desarrollado diferentes maneras de abordar el problema y métodos terapéuticos muy diferentes entre sí.
Una cosa es ingresar en un Hospital Psiquiátrico y otra acudir a una reunión de Alcohólicos Anónimos o de Alcohólicos Rehabilitados.
No es lo mismo tomar "Colme" o "Antabus" que tomar medicamentos ansiolíticos, o naltrexona. Tampoco es lo mismo hacerse un psicoanálisis o someterse a acupuntura.
Todos estos tratamientos son a su vez muy diferentes del Programa Victoria
Antes de ponerse en tratamiento, o de recomendar a alguien que lo haga, infórmese cuidadosamente de las características del método de trabajo que sigue cada entidad, así como de los resultados terapéuticos que tiene.

¿Es necesario beber todos los días para ser adicto?
No.
Muchas personas desarrollan una forma de dependencia que se manifiesta de forma intermitente.
Algunas veces el sujeto es capaz de no beber nada, tal vez durante días o semanas, o incluso de beber moderadamente. Pero esto no evita que en ocasiones beba de una forma descontrolada y que ello le traiga consecuencias negativas de toda índole.

¿Qué síntomas indican que una persona abusa del alcohol?
A continuación mostramos algunos de los principales y más comunes síntomas que presentan las personas que tienen problemas con el alcohol.
La presencia de cualquiera de ellos hace recomendable la consulta del caso particular con un profesional especializado:

Síntomas físicos
Beber grandes cantidades sin embriagarse
Náuseas o vómitos al levantarse
Pérdida de apetito
Lagunas de memoria (olvidar detalles de lo que se ha hecho o dicho)
Ligero temblor en las manos que se alivia al beber alcohol
Valores elevados en la enzima Gamma GT o en el Volumen Corpuscular Medio en un análisis de sangre.
Síntomas psicológicos
Sentimientos de culpabilidad, sobre todo a la mañana siguiente.
Justificaciones del tipo de "yo lo dejo cuando quiera", "todo el mundo bebe", etc.
Sentirse molesto cuando alguien le sugiere que deje de beber o que al menos no beba tanto
Intentos y promesas de no beber, o de beber menos.


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico

lunes, 24 de septiembre de 2012

Verdades a medias, mentiras completas


Con frecuencia encontramos noticias acerca de los supuestos efectos “beneficiosos” que tiene para la salud el consumo de vino, cerveza, whisky, cava, o cualquier otra bebida alcohólica.

Lo primero que hay que decir con claridad que esos supuestos efectos beneficiosos, si fueran ciertos, serían debidos a la parte no alcohólica de las bebidas. Y que la toxicidad del alcohol que los acompaña suele ser mucho mayor.

Se dice que el vino tinto, por ejemplo, contiene “taninos”, y que su consumo es bueno para proteger el corazón. Puede haber algo de cierto en ello. Pero esos taninos están contenidos en la parte no alcohólica del vino. Y también está ampliamente demostrado que el alcohol es tóxico para el corazón.

De hecho, existen patologías concretas, como la miocardiopatía alcohólica, que son debidas en exclusiva al efecto tóxico del alcohol sobre el músculo cardíaco.
También es verdad que los estudios que avalan los supuestos efectos “beneficiosos” del consumo de bebidas alcohólicas siempre se refieren a ingestas muy moderadas. Esto es, a casos en los que la persona ha consumido a lo largo de los años una o dos unidades de alcohol diarias, (una unidad es un vaso de vino, una cerveza, etc. Los licores puntúan doble).

Aquí nos topamos de nuevo con otra gran mentira. Porque no otra cosa se puede decir de lo que no es sino una “verdad a medias”.

Si el consumo muy moderado de bebidas alcohólicas puede tener unos ligeros efectos beneficiosos para la salud de algunas personas, el hecho de convertir ese dato en titulares de prensa y en noticia de relevancia en todo tipo de medios de comunicación hace que se transmita el equívoco mensaje de que “el vino tinto es bueno para la salud”, o de que “el whisky es bueno para el corazón”, sin dejar claro cuáles son los límites de la moderación necesarios para que se pueda dar crédito a esa posibilidad.

Y ese efecto mediático es muy dañino para las personas que lo reciben, las cuales sacan conclusiones erróneas, y contrarias incluso al contenido literal de los estudios científicos que sirven de base a tales noticias.

El alcohol siempre resulta tóxico para la persona que lo consume. Y aunque el cuerpo humano es capaz de tolerar una pequeña cantidad, no por ello deja de ser una substancia nociva y peligrosa.


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico