He comenzado este blog
con una serie de entradas de tipo informativo general sobre el alcohol, sus
efectos y el problema de la adicción, pero hoy quiero cambiar el tono y hacer
algo más personal.
Tras mis estudios de
Psicología en la
Universidad Autónoma de Madrid, que terminé en 1979, tuve que
dedicar un año de mi vida a lo que entonces era el servicio militar
obligatorio, al igual que la inmensa mayoría de jóvenes varones en España.
Al concluir, las
casualidades de la vida me llevaron a la ciudad de Vitoria, en la que me
ofrecieron un puesto de becario en un programa de investigación sobre
diferentes métodos de tratamiento en pacientes ingresados en un hospital psiquiátrico.
Fue mi primer contacto con la vida profesional como psicólogo, y la primera
experiencia con pacientes reales, ya que en aquellos tiempos las prácticas
durante la carrera dejaban mucho que desear.
Cuando se terminó el
proyecto de investigación, empecé a trabajar en la práctica privada, en la que
me mantuve varios años hasta que surgió la oportunidad de afrontar un enorme reto
profesional: desarrollar un programa terapéutico para tratar la adicción al
alcohol.
Un importante grupo
empresarial radicado en el País Vasco, que tenía una seria preocupación por los
problemas que el alcohol causaba entre sus trabajadores de todos los niveles,
buscaba soluciones que mejorasen la escasa oferta que la sanidad pública ponía
a su disposición. En esa búsqueda se pusieron en contacto conmigo, y con
algunos otros colegas que colaborábamos profesionalmente, y de ahí surgió lo
que poco a poco se terminó convirtiendo en un método terapéutico contrastado y
maduro que hoy conocemos como Programa Victoria.
Tomando elementos de
distintas experiencias y métodos de terapia, conseguimos dar forma a un primer
programa de tratamiento que tuvo un gran éxito terapéutico, lo que llevó a los
responsables del mencionado grupo empresarial a confiarnos todos los casos que
surgían entre su personal, lo cual alimentó de pacientes nuestro programa
durante varios años.
Poco a poco, se fueron
diversificando las fuentes de pacientes, al irnos dando a conocer, y hoy en día,
tras más de 25 años de experiencia, nos llegan pacientes de todas partes de
España y, en ocasiones, también hemos tenido personas que han viajado desde
lugares tan dispares como México, Argentina, República Dominicana, Inglaterra o
Arabia Saudí.
Aún trabajamos con la
ilusión del primer día, con el mismo cariño y dedicación hacia las personas que
nos confían sus problemas y esperan que les ayudemos a dejar atrás una vida de
sufrimiento, para ellas mismas y para sus familiares y allegados. Todo el mundo
sufre cuando el alcohol, o mejor dicho, la adicción se apodera de una persona.
Pero la alegría de ver
de nuevo sonreír y disfrutar de la vida sin alcohol y sin adicciones a nuestros
pacientes es el mejor regalo, recompensa y estímulo que podemos recibir para
continuar con nuestra labor, que es mucho más que un mero trabajo, es una
vocación y una misión con la que nos sentimos plenamente identificados.
Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico
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