Han pasado ya
dos semanas desde que Pedro acudió a mi consulta con su padre y se comprometió
a pasar un mes sin beber. Hoy tenía cita
conmigo y no se ha presentado. Tampoco ha llamado para cancelarla o cambiarla
para otro día. Simplemente no ha venido.
Esto es una
muestra de falta de responsabilidad y de seriedad; un rasgo típico de comportamiento de las
personas adictas, que tienden a eludir sus compromisos buscando todo tipo de
justificaciones.
Me atrevo a
aventurar que no habrá sido capaz de cumplir su promesa de no beber, y no tiene
el valor de venir a decírmelo. Seguirá sumido en su autoengaño, diciéndose a si
mismo que todo es una exageración de sus padres, que ya es mayorcito para que
le sigan controlando su vida, que, total, por unas copas de vez en cuando no
hace nada malo, que todo el mundo lo hace, y una serie de justificaciones
similares.
Lo malo de
todo ello es que con esa actitud no hace sino contribuír a que su adicción continúe
avanzando. Y aumenta el riesgo de tener complicaciones mayores y consecuencias
más graves.
Lo más
probable es que un día lo lamente en el futuro, y que cuando por fin se decida
a afrontar su problema y ponerse en tratamiento se de cuenta de que hubiera
sido mucho mejor hacerlo antes de que las cosas se complicaran aún más.
Cuántas veces
a lo largo de mis años de experiencia profesional me he encontrado con casos
similares. Confiemos en
que Pedro reaccione, asuma su problema y acepte la ayuda terapéutica que se le
ofrece, antes de que llegue a situaciones irreparables.
Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico
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