Llevo sin beber ciento cuarenta y tres días – dice un hombre
a su amigo – y lo llevo bien. Espero pronto celebrar los doscientos.
Para algunas personas contar los días que llevan sin beber
representa una ayuda para mantenerse en sobriedad, y tienden a hablar de ello
con frecuencia con las personas que saben que están en ese proceso.
En cambio otros prefieren simplemente pensar que ya no beben,
que han dejado atrás su pasado con el alcohol, y que no importa el tiempo
transcurrido sino su decisión y su voluntad de seguir en sobriedad.
Como hay gente para todo, lo más probable es que ambas
opciones sean válidas, y no voy a ser yo el que cuestione lo que a uno le
funciona, pero si me gustaría hacer una reflexión general sobre el tema con la
intención de ayudar al que lo necesite.
Lo importante es seguir sin beber, y no solo eso; que la
sobriedad sea el resultado de un cambio de actitudes y de comportamiento, una
forma diferente de pensar y de sentir que haga que la persona se encuentre
mejor consigo misma y, por lo tanto, sea consciente de que beber alcohol no le
aporta nada bueno, y de que se encuentra mejor libre de adicciones.
Y en ese camino de estabilizarse en la sobriedad, la cuenta
de días puede tener un efecto perverso en algunas personas. A veces algunos
tienen como “cifras psicológicas” que una vez superadas les pueden hacer creer
que ya han superado su problema y que ya se han “curado” de su adicción.
Para algunos es un año, para otros diez años. No importa. Si
uno tiene una fecha de referencia, o una meta temporal, corre el riesgo de
sentir que, una vez superada, está ya en condiciones de tener otra relación
diferente con el alcohol, que ya no van a repetirse los problemas del pasado -
porque ya he aprendido a controlarme - y en definitiva, darse de nuevo permiso
para beber alcohol.
Craso error, ya que la adicción no olvida ni perdona. Y si
la ponemos de nuevo en marcha no tardará en apoderarse de nuevo de nuestra
mente y de nuestra conducta.
Así que yo prefiero centrarme en el día de hoy. Hoy no bebo.
Estoy mejor sin alcohol. Quiero seguir así porque estoy mejor. Y no importa el
tiempo transcurrido desde la última copa, porque lo que cuenta es el presente y
el futuro sin alcohol.
Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico
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