Las recaídas son una pesadilla para todos los
que trabajamos en adicciones. O al menos lo son para mi. Aunque no hay más
remedio que aceptar el hecho de que van a producirse recaídas en algunos
pacientes, por muy bien que hayan llevado a cabo su terapia, no deja de dolerme
personal y profesionalmente enterarme de forma directa o indirecta de que uno
de mis pacientes ha vuelto a beber.
Ayer tuve uno de esos casos, Juan, que lleva ya
varios años de seguimiento terapéutico conmigo después de haber hecho el
Programa Victoria, viene a la consulta y me confiesa que ha vuelto a tener una
recaída. No es la primera, y espero que sea la última.
Como ya se sabe de memoria toda la
"teoría", no en vano es un hombre inteligente, preparado
intelectualmente y con una profesión de mucha responsabilidad, simplemente le
hice una pregunta. ¿por qué me cuentas hoy que llevas un tiempo bebiendo y no
me has llamado antes?
Y me contesta: porque si te hubiera llamado,
probablemente no habría bebido.
Valoro su sinceridad, muestra de las
contradicciones vitales en las que viven los adictos. El sabe perfectamente
cómo detener las recaídas, en cambio, en lugar de hacerlo, se deja llevar por
la tentación, y a continuación lo pasa fatal física y psicológicamente, por no
hablar de los problemas domésticos que se generan.
La parte positiva de todo esto es que siempre se
puede volver a empezar. Cada día empezamos de cero, y hoy es el día en el que
tenemos que mantenernos en sobriedad. Día a día.
Y Juan parece ahora dispuesto a hacerlo y a
retomar el contacto terapéutico conmigo. Espero que así sea.
Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico
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