Un día te levantas con una fuerte resaca. Te duele la cabeza, tienes la boca seca, no tienes idea de la hora que es, aunque supones que es tarde. Y te sientes mal.
Al levantarte para ir al baño intentas recordar qué pasó anoche. Y no lo tienes claro. ¿cómo volviste a casa? ¿te acompañó alguien? ¿dónde dejaste el coche? … te asaltan dudas y más dudas, pero de repente una fuerte náusea interrumpe tus pensamientos y te hace darte cuenta de que tienes el estómago contraído y dolorido.
Te ves la cara en el espejo y no te reconoces. Te echas un poco de agua para ver si mejora tu aspecto, pero nada. Aún peor. Ves con más claridad tus ojos vidriosos, sin brillo, tu piel con un color mortecino. Y piensas … ¿me habrá visto así alguien? ¿se habrá dado cuenta mi familia de cómo estoy?
Tu cabeza empieza a trabajar rápidamente buscando excusas, justificaciones y explicaciones que puedan dar algún sentido presentable a tu estado. Pero lo peor es que no recuerdas bien lo que hiciste anoche. ¿y si conté algo al llegar a casa que ahora no recuerdo? ¿y si me contradigo ahora contando otra historia?
Y la ansiedad empieza a apoderarse de ti. Te dan ganas de meterte en la cama de nuevo y esperar que pase la tormenta. O mejor aún, te dan ganas de tomar una cerveza para calmar esos nervios que te están matando. Ya sabes que si lo haces te sentirás mejor y se acabará esa horrible resaca que tienes. Pero también piensas que vaya imagen de borracho vas a dar si lo primero que haces, antes de dar los buenos días, es ir a la nevera y abrirte una cerveza.
Pero no puedes permitir que te vean en este estado. ¿o ya te habrán visto? No recuerdas nada. Y es una sensación angustiante.
Alguien te dijo ya hace tiempo que tu forma de beber no es normal, que tienes un problema, que se te va de las manos. Y que necesitas ayuda. En algún sitio tienes guardado un teléfono al que te dijeron que llamaras para ponerte en manos de profesionales que te ayuden.
Pero ¿qué me va a decir un médico o un psicólogo que yo no sepa? Beber mucho no es bueno, ya lo sabemos. Pero yo lo controlo. Que hoy me haya pasado un poco no significa nada.
…
Y así, suma y sigue, hasta que un día las cosas se ponen imposibles y te propones cambiar. ¿por qué no te decides hoy mismo?
Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico
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