Siempre me ha sorprendido el hecho de que en la inmensa
mayoría de los tratamientos para la adicción se trata a los pacientes como si
fueran “presuntos delincuentes”.
Me refiero, por ejemplo, a que al ingresar en el centro lo
primero que se hace es registrar sus pertenencias para verificar que no
introducen alcohol o drogas en su equipaje, se les retira el dinero, el
teléfono, a veces también la documentación y hasta el reloj.
En algunos lugares incluso están cerrados con llave y no
tienen prácticamente libertad para hacer nada sin permiso de los cuidadores o
terapeutas.
Seguramente la idea que hay detrás de tales restricciones es
que los pacientes adictos no son fiables, mienten con frecuencia, tienden a
hacer trampas, etc. Y con tales controles se pretende evitar consumos y
problemas indeseados.
Mi sorpresa viene porque en nuestro Programa Victoria no
actuamos así. Nuestros pacientes no se ven privados de su libertad de
movimientos. Lógicamente hay unas mínimas normas que cumplir: participar en
todas las sesiones terapéuticas, respetar los horarios, no salir del recinto
del hotel donde se alojan durante la terapia, mantener el teléfono móvil en su
habitación y usarlo lo mínimo imprescindible, y lógicamente, no beber alcohol
ni consumir otras drogas.
Pero todo esto lo planteamos como un marco lógico de
actuación terapéutica, no como unas restricciones que se imponen
coercitivamente. Y por extraño que pueda parecer a algunos, la respuesta de los
pacientes es muy positiva. Al tratarlos como seres responsables de su propio
proceso terapéutico se dan cuenta del absurdo que sería ir contra sus propios
intereses, y al no tener normas rígidas, ni vigilantes para impedirles
saltárselas, dejan de pensar en cómo transgredirlas y empiezan a actuar de una
forma correcta y beneficiosa para tu tratamiento.
Si la adicción se caracteriza por la falta de libertad a la
que el sujeto llega por su dependencia del alcohol o de la substancia que sea,
no podemos pretender que la recupere si no se le permite ejercerla.
Naturalmente hay gente para todo, y es probable que en
algunos casos no haya más remedio que aplicar más control externo a ciertos
pacientes, pero creo que para la mayoría es mejor transmitirles
responsabilidad, confianza y seguridad en si mismos porque estos valores van en
la dirección adecuada de una vida libre de adicciones.
Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico
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