Con la llegada del verano empiezan a aparecer en los
informativos noticias relativas al consumo de alcohol, sobre todo hablando de
la gente más joven: los botellones, los accidentes de tráfico, etcétera.
En uno de estos reportajes aparecía un muchacho hablando de
las bondades que tiene para él el consumo de alcohol y argumentaba “cuando bebo
el alcohol hace que en mi cerebro se desconecten las inhibiciones, la timidez y
todas esas cosas y así puedo hacer lo que quiera. Es la libertad total”. ¡Vaya manera de rendirse ante las trampas de la adicción!
Si por algo se caracteriza la libertad es por tener la
capacidad de decidir. Y si hay algo que se altera en una persona que está bajo
los efectos del alcohol es precisamente eso. Cuando este joven crea estar
disfrutando de la “libertad total” lo que está realmente es dejándose llevar
por los efectos de una substancia química que ha alterado su estado normal de
conciencia, y por lo tanto ya no es él mismo tomando decisiones. Justo lo
contrario de lo que cree conseguir.
La adicción siempre se basa en mentiras y autoengaños, y
este es uno de ellos. Bebo para ser libre. Cuéntale eso a una persona que lleva
años sufriendo la esclavitud de la adicción alcohólica, que está perdiendo la
salud, la autoestima, la familia y muchas cosas más, como consecuencia de esa
“libertad” falsa que le ha llegado a convertir en esclavo de su propia
enfermedad.
Bebo para hacer cosas que no me atrevo a hacer sobrio. ¿Y no
sería mejor aprender a superar las inhibiciones? Si te sientes limitado por tus
propias carencias, acude a una terapia, pero no busques atajos químicos que te
van a llevar a lo contrario de lo que buscas. Porque muchas veces las
inhibiciones que anula el alcohol son protectoras para nuestra seguridad y
nuestro bienestar a largo plazo.
Los pacientes que tratamos en el Programa Victoria, cuando
sienten que han superado su adicción, suelen decir precisamente “ahora me
siento libre”. Nunca el alcohol ni otras drogas pueden hacer a una persona
más libre, sino todo lo contrario, menos libre, y por lo tanto menos humano, en
definitiva, más animal. Burro, casi siempre.
Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico
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