En la vida de un adicto siempre hay momentos
clave que le pueden hacer cambiar. Algunos lo llaman "tocar fondo", y
yo prefiero llamarlos puntos de inflexión.
Se trata de un momento íntimo de toma de
conciencia, en el cual el sujeto se da cuenta de que su comportamiento no es
normal, que lo que está haciendo se sale de la lógica y de la vida saludable y
equilibrada, y que debe hacer algo para cambiar.
Estos puntos de inflexión son el inicio de los
buenos propósitos de dejar de beber, o bien de buscar ayuda terapéutica de una
u otra forma.
En la película "Dias de vino y rosas",
el punto de inflexión lo vive el protagonista cuando un día, caminando en busca
de trabajo por las calles de la ciudad ve la imagen de un hombre en un
escaparate y piensa - ¿quién será ese borracho? - y al momento se da cuenta de
que es él mismo reflejado en el cristal. A partir de ahí reacciona, cambia su
perspectiva dándose cuenta de que el alcohol era la auténtica causa de sus
desdichas, y empieza el camino de la recuperación.
Como la realidad siempre supera a la ficción,
hace unos días vino a verme Jaime, uno de mis pacientes que ha tenido varias
recaídas, debidas en parte a su falta de conciencia de la gravedad de su
problema.
Me contó que había vuelto a la bebida una vez más,
lleno de mala conciencia y de problemas de salud que le hacía sentir muy mal, y
que un día, había comprado una botella de bolsillo de vodka para bebérsela a
escondidas como tantas veces. Pero al salir del supermercado se encontró con un
indigente durmiendo en el suelo, tuvo un momento de lucidez, su punto de
inflexión, y le preguntó - ¿bebe usted? - a lo que el hombre le contestó, - si,
pero con moderación -.
Ahí Jaime tomó la decisión, le entregó la
botella que acababa de comprar y se sintió liberado. Desde entonces no ha
vuelto a beber, ha vuelto a la terapia y le veo mejor que nunca.
Cada uno tiene su punto de inflexión, a veces
más de uno, en su camino de liberación de la conducta adictiva. Y hay que
aprovechar las ocasiones, porque nunca sabemos cuál de ellas va a ser la
última.
Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico