jueves, 10 de abril de 2014

Ayudar a los demás a cambiar

Uno de los problemas que nos encontramos con más frecuencia los terapeutas en adicciones es el de responder a la demanda de un familiar de un adicto que desea ayuda para que su ser querido deje el alcohol, o las substancias que consuma, y vuelva a una vida sana y equilibrada.

Suele ser mucho más fácil que los familiares, e incluso los amigos o compañeros de trabajo, se den cuenta de que la persona adicta está desarrollando un problema, que ella misma. El autoengaño, que es un elemento esencial de la enfermedad adictiva, se va gestando poco a poco y llega a ser tan grande que incluso se suele transmitir a los que rodean al adicto.

Los familiares con frecuencia se sienten culpables del comportamiento del otro y tratan de modificarlo. Unas veces lo intentan evitando situaciones que ellos creen que pueden inducir al adicto a beber. Otras veces tratan de controlar su conducta con enfados, críticas, castigos, etc. En algunas ocasiones hay quién se siente tentado de beber también a su lado, en un vano intento de hacer así que beba menos.

Con todos esos comportamientos, lo que normalmente sucede es que el problema empeora. Además la relación personal también suele deteriorarse por las tensiones que todo esto genera, y el familiar siente una mezcla de rabia, frustración, culpabilidad, etc. que tampoco le ayuda a estar bien psicológica y emocionalmente, con lo que tampoco es la mejor compañía para el enfermo, que tiende al aislamiento o a la huída para encontrarse a solas con su adicción, o en un entorno social en el que nadie le reproche lo que hace.

Es difícil aceptar, para un familiar que quiere sinceramente a su pariente adicto, que no puede hacer gran cosa para ayudarle. Que su familiar necesita ayuda profesional especializada. Y que animarle a seguir ese camino es casi lo único positivo que se puede hacer.

Cuando una persona tiene una fractura en una pierna, nadie dudamos de que necesita ir al médico y recibir el tratamiento adecuado en un centro especializado. No pensamos que es algo que podemos arreglar en casa, con una buena reprimenda o con una sobredosis de cariño.

La adicción también es una enfermedad. Es un proceso patológico por el cual el paciente va perdiendo poco a poco su libertad. Y necesita de un tratamiento adecuado, por parte de profesionales bien preparados, para conseguir el éxito terapéutico, que siempre será provisional porque el riesgo de recaídas nunca desaparece del todo.

Por eso la ayuda siempre debe ir enfocada a empujar, animar e incluso presionar para que nuestro ser querido se ponga en tratamiento. De lo contrario estaremos en cierto modo contribuyendo a que su adicción progrese y que las cosas empeoren.

Hablando de todo esto me permito recomendar una película dieron recientemente en TVE. Se llama Cuando el amor no es suficiente. "La historia de Lois Wilson"


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico

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