Viene a verme a la consulta Javier, 40 años,
ex adicto a la cocaína. Actualmente lleva ocho años sin consumir,
tras un tratamiento en una Comunidad Terapéutica. Regenta un negocio
propio y le va bien económicamente.
Pero hablando de una cosa y otra me cuenta que de vez en cuando
consume lo que él llama “drogas recreativas”. Se refiere a
drogas sintéticas, o a ketamina, las cuales consume esporádicamente
cuando sale de fiesta con sus amigos, o cuando sale solo en busca de
pareja.
Me quiere convencer de que no tiene nada que ver con sus consumos
anteriores y que no hay ningún peligro, porque los efectos son
diferentes y porque esto “lo controla”.
Se justifica en el hecho de que es muy tímido y que estas drogas
le ayudan a abrirse socialmente y facilitan sus relaciones.
Precisamente por eso, le digo, está cayendo en la trampa de la
mente adictiva. Si recurres a una substancia química para modificar
tu estado de ánimo, en este caso para superar tu timidez, en
realidad estás consiguiendo el efecto contrario. Nunca dejarás de
ser tímido si tu única manera de vencer la inseguridad y el
retraimiento social es ponerte artificialmente bajo los efectos de
una substancia adictiva que te cambia la percepción de la realidad.
Da igual que sea una droga diferente de las que anteriormente
utilizabas. Lo que importa es que sigue siendo una conducta tramposa.
En lugar de afrontar directa y abiertamente el problema que te
preocupa, en este caso la falta de habilidades sociales, recurres al
“doping” para transformar tu estado de ánimo. Pero de esta
manera nunca vas a aprender a superar tus miedos en inseguridades,
sino más bien todo lo contrario, serás cada vez más tímido y más
dependiente de las substancias que utilices para cambiar tu estado
mental.
Este es un ejemplo claro de cómo actúa la mente adictiva.
Siempre tratando de engañarnos y de llevarnos de vuelta al consumo
de substancias que nos devuelvan al círculo vicioso de antes.
No olvidemos que la adicción, una vez creada, se mantiene de una
forma u otra en el cerebro del adicto. Podemos neutralizarla siempre
que no consumamos de nuevo las substancias que la originaron, pero
tampoco podemos autoengañarnos pensando que otras drogas van a
darnos ciertos “beneficios” sin volver a activar de nuevo la
conducta adictiva y todos los problemas que la acompañan.
Es más sensato, más inteligente y mucho más seguro vivir libre
de adicciones. Y si tienes algún problema psicológico, o médico, o
de cualquier otro tipo, recurre a los profesionales que te pueden
ayudar a superarlos de verdad, y no a la falsa solución mágica que
las drogas prometen, pero que nunca cumplen.
Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico
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