Los adictos siempre
tienen buenas "razones" para justificarse a si mismos y seguir con su
comportamiento autodestructivo.
Cuando las cosas se
ponen feas, por uno u otro motivo, se hacen a si mismos la promesa solemne:
"mañana lo dejo". A veces incluso se lo cuentan a otros. Me viene a
la memoria ahora una escena de la película "Buscando a Amanda" en la
que el protagonista, un adicto empedernido al juego, al alcohol y a todo lo que
se le ponga por delante, dice a una camarera en un casino de Las Vegas: -
tráigame dos copas porque a continuación voy a dejar de beber -. (Lo que sucede
a continuación lo dejo en suspenso para animar a ver la película).
El caso es que uno lo
va dejando para mañana, pero ese mañana nunca llega.
Hasta que un día pasa
algo lo suficientemente grave como para tomar una determinación por fin. La
semana pasada, por ejemplo, me vino a la consulta un paciente que lleva muchos
años ya de carrera alcohólica. Y que ha dicho muchas veces "mañana lo dejo",
pero que ha tenido que llegar el día en que ha tenido un accidente de tráfico,
una pelea con la policía, un juicio, y una condena a 18 meses de prisión, que
por suerte no va a cumplir en la cárcel sino en libertad condicional, para
aceptar el hecho de que tiene un problema adictivo y de que necesita ayuda.
Y todo ello a pesar
de que su propio padre, y un hermano más joven hace años ya que acudieron a
nosotros por los mismos problemas y llevan una vida libre de adicciones desde
entonces.
Aún así, su
"mañana lo dejo" ha sido tan fuerte que ha tenido que estrellarse
contra la pared para reaccionar.
Esperemos que ahora
aprenda la lección, siga el tratamiento y empiece a vivir con la alegría de la
libertad.
Bernardo Ruiz
Victoria
Psicólogo Clínico