Hace unos días recibí en mi consulta por primera vez a Pablo.
Su decisión ha venido motivada por el trabajo que previamente hemos hecho con su entorno familiar, en concreto con su esposa y con una de sus hijas, con las que he tenido varias sesiones preparatorias, las cuales han propiciado un cambio de actitud y de comportamiento, primero en ellas mismas, después en el resto de la familia y, por fin, en el propio paciente.
Las familias sufren mucho al sentirse impotentes ante el problema de la persona adicta que no quiere cambiar. También es frecuente que se sientan culpables de la adicción del otro y de que no sean capaces de hacerle cambiar.
En cambio, con unas orientaciones adecuadas, con un poco de paciencia y de constancia, se puede romper el muro de la negación y ayudar al paciente a iniciar el camino de su recuperación.
Pablo no ha hecho más que empezar. Pero el primer paso es siempre el más difícil y el más importante.
Confiemos en que a partir de ahora todo el sufrimiento que ha pasado esta familia se transforme en alegría y gozo por la liberación de esta esclavitud.
Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico
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