miércoles, 10 de octubre de 2012

"Yo cuando quiera lo dejo"

Hace unos días tuve una primera consulta con un paciente de 40 años, Pedro, que vino acompañado de su padre, el cual está muy preocupado por el problema que su hijo tiene con el alcohol.

Según cuenta el padre, Pedro lleva muchos años bebiendo en exceso de un modo intermitente. Cuando lo hace se vuelve agresivo, llega tarde a casa, descuida sus responsabilidades, entre ellas su hijo adolescente que está bajo su custodia. En cambio, para Pedro todo es una exageración de los padres, él lo único que hace es “salir a divertirse con sus amigos” de vez en cuando, y “¿qué hay de malo en ello?”.

El padre insiste; le han retirado el permiso de conducir por alcoholemia, pero a eso Pedro alega que “a todo el mundo le pasa”. El padre le recuerda que desde hace varios años se repiten estas situaciones, que su hijo se tiene que ir a dormir con los abuelos cuando Pedro se va de juerga con sus amigos, y otras cosas que demuestran con claridad que hay un problema de adicción en marcha, pero que nuestro amigo Pedro todavía no se lo quiere plantear.

En el curso de la sesión, me dice que él no tiene ningún problema con el alcohol, que bebe cuando quiere y que cuando quiere lo deja. Pero cuando yo le pregunto que cuántas veces ha hecho el intento en serio de dejar de beber una temporada me dice que ninguna, que nunca se lo ha propuesto, aunque insiste “yo puedo estar sin beber todo el tiempo que quiera”.

Veremos cómo evoluciona todo esto. Por el momento se ha comprometido conmigo y con su padre a estar un mes sin beber nada. Dice que no le va a suponer ninguna dificultad, pero ya veremos.

Su actitud era reflejo de la arrogancia con la que se comportan las personas adictas al alcohol durante algún tiempo. “Yo lo dejo cuando quiera”, suelen decir, como si realmente quisieran hacernos creer, o más bien hacerse creer a sí mismos, que no tienen ningún problema. Pero no se dan cuenta de que en esa misma frase está la clave que identifica su situación de adictos, en mayor o menor grado.

Cuando una persona quiere dejar de hacer algo porque entiende que le perjudica, simplemente deja de hacerlo y, si es necesario, busca ayuda para conseguirlo. Pero un adicto que dice “yo lo controlo” o “yo lo dejo cuando quiera” tan solo se está justificando a si mismo, porque en realidad no lo hace. Sigue bebiendo, aunque tal vez empiece a hacerlo a escondidas para que no le vean, intentando disimular los efectos del alcohol de una u otra manera.

La adicción es como esas plantas carnívoras que van atrayendo a su víctima con atractivos colores y olores hasta que caen dentro de ellas y ya no pueden salir. La persona que piensa que lo deja cuando quiere y sigue bebiendo, es que en realidad no es capaz de dejarlo por si misma, pero la propia enfermedad adictiva le impide ver las cosas como son, y el autoengaño le sigue empujando por la pendiente.

Para salir de la planta carnívora es necesario que alguien te ayude y aceptar humildemente la ayuda que te puedan dar tus familiares, amigos y terapeutas. De otro modo, acabarás atrapado  por la adicción.

Espero que a Pedro no le suceda lo mismo y empiece a comprender que su padre está ofreciendo ayuda, y que yo como terapeuta le puedo ofrecer el Programa Victoria como vía de escape antes de ser devorado.

Seguiremos informando.

Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico

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