miércoles, 3 de octubre de 2012

Efectos del Alcohol en el cuerpo humano (I)


A pesar de la idea extendida de que el alcohol es un estimulante, hay que decir que en realidad es lo contrario, es un sedante. Sus efectos dependen de la cantidad ingerida, de la rapidez con la que se bebe, del peso, de si el estómago está lleno o vacío y de si se han tomado otras drogas o medicamentos.

Sistema Digestivo

Tan pronto como el alcohol entra en nuestro cuerpo empiezan sus efectos nocivos. El alcohol comienza a pasar a la sangre desde la misma boca y su toxicidad puede hacer empeorar heridas bucales ya existentes. Por ejemplo, una lesión leve en la boca, irritada durante años por el alcohol, puede convertirse en un cáncer.

El alcohol también puede dañar los bronquios y la tráquea. Si añadimos el tabaco, las probabilidades de desarrollar un cáncer en la boca, garganta, esófago y bronquios, son 15 veces mayores que entre los no bebedores y no fumadores.

El alcohol, al llegar al estómago, puede empezar a atacar sus fibras internas. Aumenta la secreción de ácido clorhídrico, que se usa para hacer la digestión de los alimentos. Este exceso de ácido, junto con el alcohol, puede dañar los delicados tejidos de las paredes del estómago y los vasos sanguíneos subyacentes. Con el tiempo pueden aparecer hemorragias y úlceras, produciendo gastritis alcohólica, que puede ser mortal.
Un tercio del alcohol ingerido se absorbe en el estómago y el resto en el duodeno. Aquí puede causar úlceras duodenales, que pueden ser muy dolorosas. Pero el alcohol también puede matar las terminaciones nerviosas con lo que el paciente no sentirá el dolor y no podrá buscar ayuda médica a tiempo.

La víctima principal del alcohol es el hígado. Un órgano vital que produce muchas substancias imprescindibles para mantener la salud. Entre otras, fabrica las substancias químicas que evitan que la sangre se coagule, fabrica glucosa para que tengamos energía, proteínas para el crecimiento y bilis para la digestión de comidas grasas. El hígado también se encarga de neutralizar las substancias tóxicas que entran en nuestro cuerpo. El alcohol interrumpe estas y otras funciones del hígado.

Las enfermedades hepáticas son una de las principales causas de muerte entre las personas que abusan del alcohol.

Todos los días, durante el proceso de la digestión, se produce en nuestro cuerpo una cantidad de alcohol equivalente a la que contiene un litro de cerveza. El hígado se encarga de eliminarla antes de que entre en nuestro torrente sanguíneo, evitando así que nos cause daños.

Cuando sobrecargamos al hígado con un exceso de alcohol, no tiene tiempo de eliminarlo y sus efectos tóxicos pasan a la sangre y llegan a todos los rincones de nuestro organismo. Además, se produce una acumulación de grasa en el hígado, el cual empieza a aumentar de tamaño. Es lo que se llama hepatopatía alcohólica. Si la persona sigue bebiendo, en el hígado empieza a acumularse tejido muerto que lo deforma y lo constriñe. Es lo que se llama cirrosis.

En el proceso circulatorio, la sangre que retorna al corazón pasa por el hígado para ser depurada. Un hígado inflamado y con cicatrices presiona a las venas que pasan por él, bloqueando el paso de la sangre y provocando la aparición de vasos sanguíneos alternativos en las zonas adyacentes. En la zona donde el esófago se conecta con el estómago esos vasos pueden llegar a tener el grosor de un lápiz al intentar contener la corriente sanguínea de las venas obstruidas por la presión en el hígado. Estas venas varicosas en el esófago soportan gran presión, pueden herniarse con facilidad y pueden llegar a reventar, provocando una hemorragia interna que puede ser mortal.

Cuando el hígado empieza a fallar deja de controlar la producción y el funcionamiento de la bilis, la cual pasa a la corriente sanguínea y llega a todos los tejidos del cuerpo. Esto es lo que produce en algunas personas un color amarillento en la piel y en los ojos.

Estos son algunos de los efectos nocivos que el alcohol causa en el hígado. Es importante destacar que no hay ningún medicamento, dieta ni vitaminas que puedan contrarrestar el efecto tóxico del alcohol. Sólo dejar de beber ayuda al hígado a regenerarse.

Además del hígado, hay otro órgano digestivo que sufre de lleno por causa del alcohol: el páncreas. Esta glándula segrega varias enzimas que resultan indispensables para la digestión de los alimentos. Produce hormonas importantes, por ejemplo la insulina. El alcohol puede causar una inflamación del páncreas llamada pancreatitis alcohólica. Suele afectar a bebedores jóvenes y sobre todo varones. A medida que la enfermedad avanza la comida es eliminada sin haber sido digerida del todo, la persona pierde peso, sufre náuseas constantes y con frecuencia terribles dolores.

El descenso de la producción de insulina puede causar la diabetes alcohólica. La inflamación puede llevar a que el páncreas se necrose, lo que suele ser mortal. La ingestión prolongada de alcohol puede hacer que la glándula se seque, se endurezca y se calcifique al morir sus tejidos. Muchas veces se generan piedras en los canales pancreáticos que los bloquean.

Sistema Circulatorio.

El alcohol puede causar también daños en el corazón y en la circulación. El abuso continuado puede producir hipertensión y aumentar el riesgo de apoplejía. Puede producir arterioesclerosis, que es un endurecimiento de las paredes arteriales, y espesamiento de la sangre.

El alcohol puede debilitar también la pared muscular del corazón. A eso se llama miocardiopatía alcohólica. El corazón se dilata y se debilita, es incapaz de bombear suficiente cantidad de sangre al cuerpo, y a sí mismo. La fibra muscular cardíaca queda dañada para siempre. Mientras se debilita el corazón los pulmones tienden a llenarse de agua, las personas empiezan a sentir fatiga, dificultades respiratorias, se sienten cansadas a todas horas y a veces llegan a tener que incorporarse durante la noche para recuperar el aliento.

El alcohol puede afectar también al sistema nervioso cardíaco haciendo que el ritmo del corazón empiece a ser caótico e irregular. El resultado de todo esto puede ser la muerte súbita, algo que puede pasar a cualquier edad, y que ocurre con mucha frecuencia en jóvenes que abusan del alcohol los fines de semana.

Alcohol y Embarazo

El alcohol puede causar anormalidades irreversibles en el desarrollo del feto. El alcohol que bebe la madre pasa al feto en la misma concentración, ya que ambos comparten la misma corriente sanguínea, produciendo daños graves en el delicado sistema nervioso aún en desarrollo del bebé.

Los niños que nacen de madres que han bebido durante el embarazo pueden nacer con el llamado “síndrome alcohólico fetal”. Estos niños pesan y miden menos, suelen tener la cabeza más pequeña, también sus ojos, y sus narices suelen ser cortas y respingonas. Muchos de ellos padecen problemas oculares o cardíacos. El síndrome alcohólico fetal produce muchas veces un retraso mental importante.

Dado que se ignora cuál el la cantidad de alcohol necesaria para dañar un feto la única opción segura para una madre es no beber nada. Lo que si se sabe es que cuánto más alcohol beba durante el embarazo mayor será el riesgo de tener un hijo con estos problemas.

El alcohol también afecta al funcionamiento de la hormona que controla las contracciones uterinas, con lo que se producen también dificultades a la hora de dar a luz. Los abortos espontáneos se dan con mucha más frecuencia entre mujeres bebedoras. Por último, si la madre sigue bebiendo durante la lactancia el bebé sigue recibiendo el alcohol a través de la leche materna.


Bernardo Ruiz Victoria
Psicólogo Clínico


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